
Padre mío.
Ahora que las voces se silenciaron y los clamores se apagaron, aquí al pie de la cama mi alma se eleva hasta Ti para decirte: Creo en Ti, espero en Ti, te amo con todas mis fuerzas. Gloria a ti, Señor.
Deposito en tus manos la fatiga y la lucha, las alegrías y desencantos de este día que quedó atrás. Así mismo en tus preciosas manos entrego mi bien más preciado: mi familia. Te pido que seas tú encaminando cada uno de sus caminos, a mis hijos/as cuídalos en todos sus caminos, limpia el día de mañana por el camino por el cual han de pasar, concédeles sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo. Te pido por favor que los cubras con tu manto Celestial, que nada malo toque sus vidas, que regresen salvos y sanos a casa. Yo no puedo cuidar de ellos, ni estar donde se encuentren, pero tú sí y por ello te los encargo a ti, que sé tú los cuidarás.
Si los nervios me traicionaron, si los impulsos egoístas me dominaron, si di entrada al rencor o a la tristeza,¡Perdón Señor! Ten piedad de mí. Que en esta noche limpies de mi corazón toda raíz de amargura, limpia de mí todo rencor, toda tristeza, ayúdame a vivir conforme cómo tú quieres que viva, ayúdame Padre Celestial que sólo con mis propias fuerzas no puedo, pues de ti dependo y sé y estoy seguro que si tú eres quien me sostiene nada me será difícil.
Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas,
si me dejé llevar por la impaciencia,
Si fui espina para alguien,
¡Perdón Señor!
No quiero esta noche entregarme al sueño sin sentir sobre mi alma la seguridad de tu misericordia, tu dulce misericordia enteramente gratuita, Señor. Te doy gracias Padre mío, por que has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante todo este día. Te doy gracias porque invisible, cariñoso, envolvente me has cuidado como una madre, a los largo de estas horas.
Gracias porque durante el día pude sentir tu presencia conmigo, gracias por las mil y una bendición que cada mañana al despertar rocías sobre mi vida y la vida de todas las personas que amo y me aman. Te pido para el día de mañana me ayudes a ser mejor persona de lo que soy ahora. No me abandones Padre Mío.
Aunque la noche haya caído y la oscuridad inunde todo, sé que conmigo estás cuidándome así mismo como cuidas de mi durante el día, sé que no soy merecedor de tu amor pero grande es tu misericordia que cada día tu amor me sorprende.
Señor, a mi derredor ya todo es silencio y calma. Envía el ángel de la paz a esta casa. Relaja mis nervios, sosiega mi espíritu, suelta mis tensiones, inunda mi ser de silencio y serenidad. Vela sobre mí, Padre querido, mientras me entrego confiado al sueño, como un niño que duerme feliz en tus brazos. En el nombre de tu Hijo Amado Jesús. Descansaré tranquilo.
Comentarios